Se acercó a su madrastra adulta y con manos suaves pero fuertes tomó su cabello. Ella sonrió, sus ojos ardiendo con deseo y anticipación. Él la atrajo hacia abuelas bien calientes sí y la besó profundamente, su pasión quitándole el aliento. Ella se apretó contra él mientras sus manos se movían sobre su cuerpo, explorando sus curvas y llevándola a un placer insano. Movió sus manos a sus caderas y la hizo rodar, sujetándola contra la pared. Con un hambre primaria, la penetró con un poderoso empujón, elevándola a una altura de placer que nunca antes había experimentado. Él la penetró con fuerza, empujándola más y más cerca del borde con cada embestida. Cuando finalmente llegó el orgasmo fue intenso y poderoso y envió una ola de placer a ambos dejándolos completamente satisfechos.
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