Siempre tuve el deseo de hacer algo prohibido, y cuando supe que mi madre tenía una enfermedad que amenazaba su vida, supe que tenía que hacer algo para ayudarla. Así que decidí tomar el asunto en mis abuelas mexicanas calientes propias manos y hacer lo que la mayoría de la gente consideraría tabú: follarme a mi propia madre. Fue una experiencia increíblemente íntima en la que nunca pensé. Mientras le hacía el amor, sentí que su cuerpo se relajaba y su respiración se volvía uniforme. Sentí que empezaba a sentirse mejor y que la enfermedad se iba de su cuerpo. Como resultado, ambos sentimos una profunda conexión y un nuevo aprecio el uno por el otro. Y aunque fue una forma poco convencional de ayudarla a recuperarse, me alegro de haber podido ayudarla de esta manera.
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