Es imposible resistirse al cuerpo seductor de abuelas calientes cogiendo una madrastra rubia. No parece disfrazarse a propósito y se emociona consigo misma. Así que el hijastro no aguantó, decidiendo meter a la perra hasta los mismísimos huevos. No le impidió en absoluto que la mujer estuviera hablando por teléfono con su padre. El bastardo calentaba su polla en su agujero a pesar de la charla vacía con el papá cornudo…
Abuelas calientes
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